viernes, 14 de abril de 2023

SÓCRATES HOY NO PUDO SALIR

 

Como era de costumbre casi todos los días, a caminar por los alrededores de la plaza de Atenas Sócrates salía.

Mientras paseaba por aquel lugar el solía encontrarse con amigos y conocidos que también frecuentaban esa parte de la ciudad. Ratos largos conversaban sobre cualquier asunto que se les antojaban, olvidando muchas veces regresar a casa con los mandados que salía hacer.

Sócrates tenía por costumbre salir por las mañanas y una vez en la calle entre chanza y chanza se demoraba.

En ocasiones el llegaba, por las noches a su casa, lo que hacía que su mujer, Jantipa se enojara y se irritara. Esta mujer solía tener un carácter fuerte y en muchas ocasiones se mostraba sulfurada y su temperamento como un olla hirviente.

Una mañana en la que Jantipa se mostraba un poco harta de la situación de su marido decidió prohibirle que saliera a hacer las diligencias para evitar que se quedara hablando con sus amigos. Todo con el pretexto de que éste se quedara en la casa por lo menos un día, decidió salir ella a hacer lo que Sócrates a hacer solía.

Caminando por la calle que su marido frecuentaba se le acercó un hombre alto a preguntarle por Sócrates que desde la mañana no lo encontraba. Ella, con un tono de burla a aquel hombre le comunicaba que le había prohibido salir a ese bueno para nada.

Aquel amigo de Sócrates oyendo la respuesta de Jantipa se retiró convencido que su amigo hoy no salía.  ¡Oh, pobre mi amigo! Debe estar encadenado, conociendo a su mujer que salir no lo ha dejado. Estas fueron las palabras de aquel hombre regañado que Jantipa en su camino se le había atravesado.

¡Sócrates que mal has hecho!, ¡que mujer la que te ha tocado!, te hubiera ido mejor el no haberte casado. Estas fueron las palabras de aquel hombre indignado que se quedó esperando a Sócrates toda la mañana preocupado.

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